Dado que los colores que vemos son el resultado de la luz absorbida, reflejada y transmitida sobre un objeto, la calidad y el tipo de iluminación tienen un gran efecto.
Un objeto poco iluminado reflejará un tono más oscuro, mientras que los objetos muy iluminados reflejarán un color más saturado.
Del mismo modo, una fuente de luz amarillenta reflejará tonos más cálidos, como rojos y naranjas, mientras que una fuente de luz azulada reflejará tonos más fríos, como azules y verdes.
Dado que el color es sólo una percepción, cada uno de nuestros cerebros interpreta el color de forma ligeramente diferente en función de nuestras experiencias, factores fisiológicos o lo que esperamos ver. Si creemos ver un objeto en la sombra, ajustamos nuestra percepción en consecuencia para percibir un tono más oscuro.
La luminosidad de una habitación, la fuente de luz y la hora del día pueden afectar a cómo percibimos los colores (entre otros factores).
A y B son del mismo color, pero como percibimos una sombra, nuestro cerebro nos dice que son colores diferentes.
Para añadir otra mosca a la pomada de la percepción del color, un fenómeno llamado „metamerismo“ también puede afectar a la forma en que percibimos el color.
El metamerismo se produce cuando comparamos dos objetos que parecen del mismo color bajo una misma fuente de luz, pero cuando ésta cambia, se revela que los colores son en realidad diferentes.
El metamerismo puede ser un rompe cabezas para diseñadores, minoristas, fabricantes y consumidores.
Por ejemplo, usted lleva un cojín a la tienda de pinturas para que le muestren el color de la tela. Encuentra la combinación „perfecta“, compra la pintura, la aplica en las paredes de su casa y, de repente… ¡el color no es el correcto!
¿Qué ha ocurrido? La luz en la tienda de pintura era probablemente diferente a la luz que tiene en su casa y la muestra ya no coincide con su almohada en las nuevas condiciones de luz.
Un color puede parecer diferente en función de su entorno inmediato y la diferencia entre dos colores puede aumentar o disminuir.
Algunos colores son complementarios debido a similitudes subyacentes, mientras que otros son contrastantes y no combinan bien. Los niveles contrastados de saturación del color también pueden afectar a la percepción del color, ya que el color dominante puede verse como una referencia con la que se comparan otros colores.
Estas dos estrellas son del mismo color.
El color que rodea a un objeto puede hacer que éste parezca de otro color.
Cuando tenemos que describir un color, estamos utilizando palabras para transmitir algo que es un estímulo visual. Nuestras experiencias individuales con el color influyen en lo que pensamos cuando oímos o leemos descripciones de colores. Por eso, transmitir colores con palabras siempre será una tarea propensa a errores.
Si una imagen vale más que mil palabras, lo mismo ocurre con el color.
Observa cómo nuestra capacidad para describir un color puede variar enormemente.
¿Cuál de estos te parece „azul cielo“?
Este es azul bebé
El 17% dijo que era azul bebé, pero el 83% no está de acuerdo.
Esto es azul cielo
El 38% dijo que era azul cielo, pero el 62% no está de acuerdo.
Esto es Cian
El 12% dijo que era cian, pero el 88% no está de acuerdo.
Esto es Turquesa
El 33% dijo que era turquesa pero el 66% no está de acuerdo
Uno de los muchos factores fisiológicos que afectan a nuestra percepción del color es la forma en que nuestros ojos filtran los colores, como parte normal del proceso de envejecimiento.
En el interior de nuestros ojos, detrás del iris, tenemos el cristalino. Esta estructura ayuda a enfocar las imágenes en la retina. Al nacer, el cristalino es completamente transparente, pero con el paso del tiempo se va enturbiando y adquiriendo un color amarillo/marrón. Este cambio en el color y la claridad del cristalino afecta a la forma en que percibimos los colores.
Arrastre el control deslizante para ver el efecto que tiene la edad en la percepción del color.
El cambio del cristalino relacionado con la edad es una forma de catarata. Vea cómo las cataratas pueden afectar a nuestra percepción del color.
Algunos nacemos con combinaciones diferentes de fotorreceptores. Esto puede impedirnos ver partes del espectro cromático.
Como se describe en la última página, los seres humanos tenemos cuatro tipos de fotorreceptores (1 bastón para detectar la luz y 3 conos para detectar el color) que trabajan juntos para que tengamos la capacidad de percibir el color. La carencia genética de uno o más de estos fotorreceptores provoca que la señal enviada al cerebro sea incompleta.
Estas diferencias genéticas se clasifican como deficiencias del espectro cromático. Dependiendo de qué fotorreceptores falten, la deficiencia se manifestará de forma diferente.
La falta de determinados fotorreceptores provoca deficiencias específicas en la visión de los colores:
Deuteranomalía: sensibilidad reducida a la luz verde
Protanomalía: sensibilidad reducida a la luz roja
Tritanomalía: sensibilidad reducida a la luz azul
Monocromía: sólo puede ver tonos de negro, blanco y gris
Cuando realmente importa, las longitudes de onda son importantes.
Medir directamente la longitud de onda puede revelar la verdadera naturaleza de los colores.